martes, 12 de mayo de 2009

Brodsky

Un olor es, al fin de cuentas, una violación del equilibrio de oxígeno, una invasión a él por otros elementos -¿metano? ¿carbono? ¿azufre? ¿nitrógeno? Dependiendo de la intensidad de la invasión, uno siente un aroma, un olor, un tufo. Es un asunto molecular y la felicidad, supongo, es el momento en que uno ve cómo se liberan los elementos de nuestra propia composición. 

Joseph Brodsky (1940-1996), poeta ruso nacionalizado estadounidense, Premio Nobel 1987, admirador de la obra de, entre otros, Anna Ajmátova, Wystan Hugh Auden y Marina Tsvetáieva, gustaba visitar la ciudad de Venecia - allí mismo, en el Cementerio de San Michele yace su tumba-; Marca de Agua, es el libro donde describe sus muchos viajes a esta ciudad y a donde pertenece el anterior fragmento.  

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