martes, 30 de diciembre de 2008

El comerciante y los estafadores

El palomo refirió: «Me he enterado de que en una ciudad había un comerciante muy rico llamado Sinda. Preparó los camellos y las correspondientes mercancías, y se dirigió a otra ciudad a vender. Dos hombres malvados, que disponían de algún dinero y unas cuantas mercancías, lo siguieron y se presentaron a él como si también fuesen mercaderes. Viajaron a su lado hasta que, al llegar al término de la primera etapa, se pusieron de acuerdo para enredarlo y apoderarse de lo que llevaba con él.
»Al mismo tiempo, cada uno de ellos pensaba en su interior engañar a su compañero y se decía: "Cuando hayamos estafado al comerciante, me apoderaré de los bienes de mi amigo y seré el único dueño de todo".
»Cada uno de ellos celó las intenciones del otro, pero ambos a la vez envenenaron parte de la comida y se la ofrecieron, con lo que murieron los dos después de haber estado sentados hablando con el comerciante. Al ver éste que tardaban en volver, fue a buscarlos y los encontró muertos. Entones comprendió que ambos eran estafadores, los cuales, al intentar engañarlo, habían perecido víctimas de sus propias insidias. Gracias a esto, el comerciante se salvó y, además, se apoderó de sus bienes».

Noche 152 en Las Mil y Una Noches. Trad. Juan Vernet.

domingo, 14 de diciembre de 2008

Winfried Georg Maximilian Sebald reposa en el jardín de la iglesia de St. Andrew, en Framingham Earl, pequeño pueblo al sur de Norwich, ciudad inglesa en la que trabajó como profesor de literatura desde 1970.

Sebald, el fantástico Sebald, creía apasionadamente en que la memoria es el "sostén moral de la literatura", y que ella da ese peso específico que necesita la frase para llegar al lector. Eso son sus libros: memorias, grandes recuerdos europeos.

Van siete años. Flores en su tumba. 

La hermosa ilustración la encuentro en este álbum vía flickr.

sábado, 13 de diciembre de 2008

Soneto número dieciocho

(18)

   ¿Podría compararte con un día de estío?
Más suave eres tú, tienes mayor belleza:
el viento rudo agita dulces brotes de mayo
y el ocio del estío apenas dura. A veces
brilla el ojo celeste con ardor excesivo,
a veces caen sombras en su color dorado;
y a menudo en los bellos declina la hermosura,
que marchitó el azar, la Natura cambiante:
pero tu estío eterno nunca estará marchito,
ni perderá el dominio de tu belleza; nunca
se jactará la Muerte de que vas por sus sombras,
cuando, en versos eternos, tú crezcas con lo días;
mientras el hombre aliente y puedan ver los ojos, 
vivirán estos versos y te darán vida.

William Shakespeare. Sonetos. Trad, M. Manent. 

miércoles, 10 de diciembre de 2008

La Perricoli

En el convento veneraban a la Madre Micaela Villegas como a una santa, exageración que ofendía su modestia.

-¡Ustedes van acabar por convertirme en una leyenda!- protestaba.

Inútil. Las monjas, oyendo esas virtuosas protestas, la admiraban aún más; y unas novicias se dispusieron a festejarle los cien años, convencidas de que su salud centenaria era otra prueba de que Dios la estaba favoreciendo. Llegó el día del cumpleaños. En ese amanecer del 21 de septiembre de 1765 -virreinaba entonces Manuel de Amat y Junient- la madre Micaela se despertó con una extraña sensación: dientes nuevos crecían en las encías desiertas; de la cofia se derramaba una negra cabellera; los ojos volvían a ver un mundo nítido; la piel se estiró, fresca, suave; el cuerpo recobró las curvas de sus diecisiete años… Temerosa que este rejuvenecimiento fuera interpretado como un milagro de santos, la madre Micaela se disfrazó de mestiza, se escapó del convento y con sagrados contoneos se marchó hacia Lima.

Enrique Anderson Imbert (1910-2000) Ensayista y escritor argentino, autor de la conocida "Historia de la literatura hispanoamericana" (FCE, Breviarios). Como curiosidad, participó en "Antiborges", libro que contiene ensayos de diferentes académicos en donde se intenta atacar la obra del autor de "El libro de arena".

lunes, 8 de diciembre de 2008

Un extraño pensamiento le asaltó: ¿por qué, entre todos los animales, en el largo curso del mundo, sólo los pechos de la hembra humana habían llegado a ser hermosos? ¿No era una gloria de la raza humana que los pechos femeninos hubiesen adquirido semejante belleza?

Yasunari Kawabata: La casa de las bellas durmientes. Trad. Luis de Caralt.
Cuando Kawabata describe la casa de las muchachas durmientes menciona un pintor: Kawai Gyokudö. La ilustración de este post es un cuadro de él llamado "Bella durmiente" ("Sleeping beauty"). 

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Un estudioso es un entusiasta concentrado, solitario, sedentario, que busca en los libros ese grano especial de verdad en el cual ha puesto todo su afán. Si la pasión por la lectura le vence, sus ganancias menguan y desaparecen entre sus dedos. Un lector, por otro lado, debe reprimir desde un comienzo su deseo de aprender; si adquiere conocimientos, tanto mejor; pero perseguirlos, leer de acuerdo con un sistema, convertirse en un especialista o en una autoridad, puede muy bien matar lo que nos gusta considerar una pasión más humana por la lectura pura y desinteresada.

Virginia Woolf: Hours in a Library.

lunes, 1 de diciembre de 2008

Hacia 1916 resolví entregarme al estudio de las literaturas orientales. Al recorrer con entusiasmo y credulidad la versión inglesa de cierto filósofo chino, di con este memorable pasaje: "A un condenado a muerte no le importa bordear un precipicio, porque ha renunciado a la vida". En este punto el traductor colocó un asterisco y me advirtió que su interpretación era preferible a la de otro sinólogo rival que traducía de esta manera: "Los sirvientes destruyen las obras de arte, para no tener que juzgar sus bellezas y sus defectos". Entonces, como Paolo y Francesca, dejé de leer. Un misterioso escepticismo se había deslizado en mi alma.

   Jorge Luis Borges: Una versión inglesa de los cantares más antiguos del mundo. En: Textos Cautivos.