martes, 30 de septiembre de 2008

"En cambio, conocí, ejemplo inmortal, a una chica de trece o catorce años que se ofreció para disponer por nombres de autores varios centenares de libros que acababan de llegar, nueva mudanza, al último domicilio que tuve en Montevideo. Ella sabia leer y escribir, recitaba de memoria el alfabeto. ¿Para qué más? Le di las gracias y le dije que se pusiera al trabajo. Unos días después me anunció que la biblioteca ya estaba ordenada. Para darle gusto fui a pasar revista, y me encontré que la letra J reunía amorosamente, tal como estarán algunos años en el Olimpo, a Joyce, Rulfo, Cocteau, Jiménez, Edwards, Le Carré, Swift, Cortázar, Borges, etcétera.

No pude molestarme, sólo agradecer. Porque aquella niña había hollado un terreno que los ángeles vacilan en pisar. Desenfadada, segura y orgullosa casi se tuteaba con el ancho mundo literario, usando los familiares nombres de pila en su trato con, para ella, desconocidos autores, viejos y jóvenes mandarines de las letras."

Juan Carlos Onetti, Reflexiones de un perdedor.

lunes, 29 de septiembre de 2008


Uno se acuerda sólo de lo que hace por costumbre. Todo lo demás desaparece. Lo que has dicho o creído ya no existe. Recuerdo una mañana que había una niebla de algodón, y parecía que el mundo se había borrado. Ni siquiera se oían los pasos. Recuerdo eso.

Cesare Pavese: El Camarada. Trad. Esther Benítez.

domingo, 21 de septiembre de 2008

"Ésta es una vida que tú no puedes comprender. Tú tienes tu casa en la ciudad, sí, y la tienes adornada con figuras, y cuadros, y libros; pero además tienes mujer, y criadas, y mil gastos. Cuando velas y cuando duermes estás preocupado con estas cosas, y nunca estás tranquilo. Aquí estoy tranquilo. Quédate tú con los bienes espirituales, los libros, el arte y los periódicos. Quédate también con el café y con el whisky, que por cierto siempre me hace daño. Yo ando a través de los bosques y me va bien. Si me haces preguntas espirituales y quieres confundirme, te contestaré que Dios es el origen y que los hombres sólo son puntitos y fibras del universo. Tú tampoco sabes nada. Pero, si te obstinas y me preguntas qué es la eternidad, te contestaré, puesto que también he llegado a la misma conclusión que tú, que la eternidad no es más que tiempo aún no creado; nada más, tiempo aún no creado".

Knut Hamsun (Noruega, 1859-1952) en Trilogía del vagabundo. Ed. Alfaguara, 2005.

sábado, 20 de septiembre de 2008

George Bernard Shaw. Obsesiones.


Dejando de lado su famosa campaña de reforma ortográfica de la lengua inglesa, George Bernard Shaw fue un obstinado detractor del apóstrofo que en inglés indica contracción. Un ejemplo de su desaforada monomanía simplificadora es una carta que escribió al director de “The Times” en 1945. El contexto es terrible. Los norteamericanos acababan de lanzar las primeras bombas atómicas sobre Japón y GBS escribió para denunciar que sobraba la segunda “b” de la palabra “bomb”. La argumentación es muy elocuente. GBS asegura que la reforma de la ortografía tradicional ahorraría muchas horas de labor:

“Puedo caligrafiar la palabra bomb de manera más o menos legible 18 veces al minuto, mientras que puedo escribir bom 24 veces, ahorrándome un 25 por ciento cada minuto al prescindir de la b superflua. En la Commonwealth Británica, en la que el sol nunca se pone, y en los Estados Unidos de Norteamérica, hay siempre millones de personas constantemente escribiendo, escribiendo, escribiendo… “

GBS llega a hacer cálculos en función de estos parámetros y los millones de anglófonos del mundo. Es un ejemplo patológico de la obsesión lingüística.

jueves, 18 de septiembre de 2008

"la lectura, en contraste con la conversación, consiste para cada uno de nosotros en recibir la comunicación de otro pensamiento, pero siempre en soledad, es decir, disfrutando de la potencia intelectual que uno tiene en la tranquilidad -y que la conversación disipa inmediatamente- continuando con el poder de la inspiración, permaneciendo en ese pleno y fecundo trabajo del espíritu sobre sí mismo."

Marcel Proust en Sobre la lectura. Editorial Pre-Textos.

lunes, 15 de septiembre de 2008

"He pensado lo siguiente: para que el suceso más trivial se convierta en aventura, es necesario y suficiente contarlo. Esto es lo que engaña a la gente; el hombre es siempre un narrador de historias; vive rodeado de sus historias y de las ajenas, ve a través de ellas todo lo que sucede, y trata de vivir su vida como si la contara.

Pero hay que escoger: o vivir o contar."

Jean-Paul Sartre en La náusea.

viernes, 12 de septiembre de 2008

"Je parle et dans chacune de mes paroles s'étend une steppe de mutisme"




Fue en alguna entrevista a Thomas Bernhard, o en una reseña de Canetti, o en una feria de Buenos Aires, que escuché su nombre: Robert Walser (SUI, 1878-1956). Los hermanos Tanner, la novela que he leído y que hoy recomiendo.




Muere, entre la nieve, durante uno de sus diarios y silenciosos paseos cerca de la Clínica Psiquiátrica de Herisau. Unos niños lo encuentran.

Estas fotos, ¿habrán aparecido en la página de algún periódico sensacionalista? ¿Quién las tomó?

I ought really to be quite alone in the world, me, Helbling, and not a single living being besides me. No sun, no culture, me, naked on a high rock, no storms, not even a wave, no water, no wind, no streets, no banks, no money, no time, and no breath. Then, at least, I should not be afraid any more.
(Helbling’s Story)

Y si alguna vez una ola me levantase y me llevase hacia lo alto, allí dónde impera la fuerza y el prestigio, haría pedazos las circunstancias que me han favorecido, y me arrojaría yo mismo abajo, a las ínfimas e insignificantes tinieblas.
(El Paseo)

miércoles, 10 de septiembre de 2008

Der Golem

Gustav Meyrink, hace famoso el "mito judio centro europeo" en el año 1915, fecha de publicación de su novela titulada Der Golem, El Golem. La cábala "(que quiere decir recepción, tradición)" conjuga al golem mediante la virtuosa pronunciación del secreto nombre de Dios. Si un rabino logra evocar "con sabia lentitud" correctamente las consonantes y vocales de las que está hecho, una vida artificial, una "figura enana de barro", cobrará movimiento.

Borges en el Manual de zoología fantástica, dice que golem "se llamó al hombre creado por combinaciones de letras; significa, literalmente, una materia amorfa o sin vida"; también, en la decada del treinta escribió sobre Meyrink y su obra más famosa: en Textos Cautivos se puede leer: "No sé si El Golem es un libro importante; sé que es un libro único". Meyrink aparece también en la Biblioteca de Babel, colección de lecturas fantásticas dirigida por el argentino.

El Golem también es un poema de Borges -previa influencia de la novela- aparecido en 1958:

Y, hecho de consonantes y vocales,
habrá un terrible Nombre, que la esencia
cifre de Dios y que la Omnipotencia
guarde en letras y sílabas cabales.

(...)

Sus ojos, menos de hombre que de perro
y harto menos de perro que de cosa,
seguían al rabí por la dudosa
penumbra de las piezas del encierro.

Tusquets publica El Golem de Meyrink en el año de 1972, allí se lee:
"Se dice que el origen de la historia se remonta probablemente al siglo XVI. Cuentan que un rabino creó, según métodos de la Cábala ahora perdidos, un hombre artificial -el llamado Golem-."

Mito de juderías y fantasías, asomo ordinario a lo místico, El Golem -como el odradek de Kafka- es una creación singular, un habitante más de "la zoología de los sueños".

Fuentes:
Manual de zoología fantástica, Jorge Luis Borges y Margarita Guerrero. FDCE, México, D.F., 1966.
Nueva antología personal, Borges. Bruguera, Barcelona, 1980.
Siete Noches en: Obras completas (Tomo III), Borges. Emecé, Buenos Aires, 2000.
El Golem, Gustav Meyrink. Tusquets, Barcelona, 1972.

sábado, 6 de septiembre de 2008

"El miedo (y aún los hombres más valientes pueden experimentarlo) es algo terrible, la sensación atroz de que el alma misma se desgarra y un fuerte dolor te sacude la cabeza y el cuerpo de tal manera que sólo de pensarlo ya te sobrecoge. Lo que trato de decir es que el miedo nada tiene que ver con la valentía de cada cual ni con la situación en la que se encuentre, ya sea en un combate, ante la muerte o en cualquier otra forma de peligro conocido. El miedo sobreviene en circunstancias anormales, bajo influencias misteriosas propiciadas por peligros irreconocibles. El verdadero miedo es una reminiscencia de un terror inmaterial y ancestral. Un hombre que esté convencido de que los muertos pueden resucitar y durante la noche crea ver la sombra de un espectro, sabrá bien qué es el miedo".

Guy de Maupassant en El miedo. Artemisa Ediciones. Trad. Assumpta Roura.
El clásico no nos enseña necesariamente algo que no sabíamos; a veces descubrimos en él algo que siempre habíamos sabido (o creído saber) pero no sabíamos que él había sido el primero en decirlo. Y ésta es también una sorpresa que da mucha satisfacción, como la da siempre el descubrimiento de un origen, de una relación, de una pertenencia.
...

Y si alguien objeta que no vale la pena tanto esfuerzo (la lectura de los clásicos), citaré a Ciorán: ´´Mientras le preparaban la cicuta, Sócrates aprendía un aria para flauta. "¿De qué te va a servir?", le preguntaron. "Para saberla antes de morir"``.


Italo Calvino: Por qué leer los clásicos.

lunes, 1 de septiembre de 2008

ME RETORCÍA LAS MANOS

Me retorcía las manos bajo mi oscuro velo.
—¿Por qué estás pálida, qué te intranquiliza?
—Porque hice de mi amado un borracho
con una recóndita tristeza.

Nunca lo olvidaré. Salió tambaleándose:
su boca torcida, desolada...
Corrí por las escaleras, sin tocar los barandales
tras él, hasta la puerta.

Y le grité, conmocionada: —Todo lo decía
en broma, no me dejes, o moriré de pena.
Me sonrió, terriblemente despacio
y exclamó: —¿Por qué no te quitas de la lluvia?

Ana Ajmátova (Odessa, 1889- Moscú, 1966).


"Dos horas después, aunque hubiera más tiempo todo parecería corto, Manuel Espada salió de casa, va a tener que forzar el paso para llegar al trabajo antes de que salga el sol. Las dos luciérnagas, que habían estado a la espera, se ponen de nuevo a volar, pegadas al suelo, con tal claridad que los centinelas de los hormigueros gritaron adentro que estaba saliendo el sol."
José Saramago, Levantado del suelo. Trad. Basilio Losada.