domingo, 25 de abril de 2010

Cada lector se refleja en sus lecturas en dos sentidos. Primero, porque la elección de los títulos y el orden en el que se encuentran revelan la lógica y estética del lector. Segundo, porque las páginas obviamente leídas, marcadas con señales y observaciones, apuntan pasajes en los que ese lector ha sentido su propia voz, sus propias alegrías y temores, descubiertos y puestos en palabras. Una biblioteca (es decir, los libros que la componen) no es meramente un almacén o un depósito de volúmenes: es una criatura viva, cambiante, poderosa, nacida para dar sentido al mundo.

Alberto Manguel en ¿Por qué leer?, el prólogo a Libropesía y otras adicciones, Libros del silencio, 2009.

domingo, 11 de abril de 2010

En otros lugares es un libro de viajes imaginarios, un libro raro y muy especial. Las costumbres de los varios pueblos fantásticos que construye, aparecen como pequeñas consignas de un diario de viajes, como una serie de crónicas compuestas con inteligente ironía. No sé si Michaux cuando describe a "Gran Garabaña" se está burlando de los ingleses, o cuando habla de los "Omambuses" se está refiriendo a algún lugar en África. Este libro me recuerda Los viajes de Gulliver, Las ciudades invisibles. Por ahí está.

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De pronto, sin motivo aparente, un emanglón se echa a llorar, bien porque ha visto temblar una hoja, o caer una mota de polvo, o es que la hoja caía en su memoria rozando varios recuerdos, lejanos, bien porque su destino de hombre, apareciéndosele, le hace sufrir.
Nadie le pide explicaciones. Todos comprenden y por simpatía le dejan solo para que se sienta cómodo.
Pero hay veces en que, poseídos por una especie de descristalización colectiva, un grupo de emanglones, por ejemplo en un café, se echa a llorar en silencio, los ojos se les quedan nublados por las lágrimas, sala y mesas desaparecen de su vista. La conversación queda en suspenso pues nadie puede concluirla. Todos están poseídos por una especie de deshielo interior, acompañado de escalofríos. Pero en paz. Porque lo que sienten es un desmoronamiento general del mundo sin límites y no el de su simple persona o el de su pasado, contra el que nada puede hacerse.
Entran, y a veces es bueno entrar así, en la Gran Corriente, la Corriente extensa y desoladora.
Así son los emanglones, no son intuitivos, pero su fondo es inestable.
Una vez pasado todo reanudan, aunque débilmente, sus conversaciones sin hacer nunca alusión a la invasión padecida.

Henri Michaux, En otros lugares. Alianza, traductor: Julia Escobar.

viernes, 9 de abril de 2010

A veces, a mediodía, se puede encontrar, en alguna de las calles de la capital, a un hombre encadenado, seguido de un escuadrón de guardias reales y que parece contento. Este hombre se dirige a la muerte. Acaba de «atentar contra la vida del Rey». No porque le disguste el Rey, en absoluto. Sólo lo ha hecho para adquirir el derecho a ser solemnemente ejecutado en un patio de palacio, ante la guardia real. Ni que decir tiene que el Rey no se entera de nada. Estas ejecuciones han dejado de interesarle hace ya mucho tiempo. Pero para la familia del reo es un gran honor y el propio condenado, tras una triste vida, posiblemente estropeada por su culpa, recibe al fin una satisfacción.
Cualquier adulto está autorizado a dar el espectáculo número 30 llamado «muerte recibida en un patio de Palacio» si con intención, confesada después espontáneamente, de que iba a «atentar contra la vida del Rey», ha conseguido franquear la gran verja del parque pequeño y una puerta de entrada. Como puede verse no es muy difícil y se ha querido dar así algunas satisfacciones precisamente a aquellos que habían tenido tan pocas en la vida.
Las auténticas dificultades habrían empezado a partir de la segunda puerta.

Henri Michaux: En otros lugares, Alianza, 1983. Trad. Julia Escobar.