domingo, 26 de octubre de 2008

Bebiendo solo a la luz de la Luna

Entre las flores, un tazón de vino
bebo solo, ningún amigo está cerca. 
Levanto mi copa, invito a la Luna
y a mi sombra, y ahora somos tres.
Mas la Luna nada sabe de bebidas
y mi sombra se limita a imitarme,
pero así y todo, Luna y sombra serán mi compañía. 
La primavera es época propicia para el goce.
Canto y la Luna prolonga su presencia,
bailo y mi sombra se enreda.
Mientras me mantengo sobrio, somos alegres juntos,
cuando me embriago, cada uno marcha por su lado 
jurando encontrarnos en el Río de Plata de los cielos.


Li Po (701-762?), uno de los más grandes poetas chinos. Amante del vino y de la naturaleza, ebrio, tratando de abrazar la luna a orillas del río Yangtze, dicen, muere; aunque la leyenda no lo considera muerto sino como alguien que alcanzó el estado de inmortalidad.

jueves, 23 de octubre de 2008

Ser inmortal es baladí; menos el hombre, todas las criaturas lo son, pues ignoran la muerte; lo divino, lo terrible, lo incomprensible, es saberse inmortal.

Borges, en El inmortal.

sábado, 18 de octubre de 2008

Ulises

El mito es la nada que lo es todo,
el mismo sol que abre los cielos
es mito brillante y mudo:
el cuerpo muerto de dios
vivo y desnudo.

El que a puerto aquí arribó
fue, por no ser, existiendo.
Sin existir nos bastó.
Por no venir fue viniendo.
Y nos creó.


Así la leyenda se escurre
de entrar en la realidad
y a fecundarla va yendo.
La vida, abajo, mitad
de nada, muriendo.


Fernando Pessoa en: Mensaje (Hiperión. Introducción de Eduardo Lourenço. Traducción de Jesús Munárriz). Único libro publicado en vida, (1934) un año antes de su muerte. La leyenda dice que el héroe homérico, tras su huída de Troya funda la ciudad, que se conoció con el nombre de Olissipona o Ulissipo.

lunes, 13 de octubre de 2008

"En sustancia, ¿por qué deseamos ser grandes, ser genios creadores? ¿Para la posteridad? No. ¿Para circular entre la multitud, y que ésta nos señale con el dedo? No. Para sostenernos en la fatiga cotidiana, en la certeza de que vale la pena cuanto hacemos, de que es algo único. Por el presente, no por la eternidad".
Pavese en El oficio de vivir.

sábado, 11 de octubre de 2008

Después de andar siete días a través de boscajes, el que va a Baucis no consigue verla y ha llegado. Los finos zancos que se alzan del suelo a gran distancia uno de otro y se pierden entre las nubes, sostienen la ciudad. Se sube por escalerillas. Los habitantes rara vez se muestran en tierra: tienen arriba todo lo necesario y prefieren no bajar. Nada de la ciudad toca el suelo salvo las largas patas de flamenco en que se apoya, y en los días luminosos, una sombra calada y angulosa que se dibuja en el follaje.

Tres hipótesis circulan sobre los habitantes de Baucis: que odian la tierra; que la respetan al punto de evitar todo contacto; que la aman tal como era antes de ellos, y con catalejos y telescopios apuntando hacia abajo no se cansan de pasarle revista, hoja por hoja, piedra por piedra, hormiga por hormiga, contemplando fascinados su propia ausencia.

Italo Calvino: Las ciudades y los ojos. 3, en Las ciudades invisibles.