sábado, 20 de septiembre de 2008

George Bernard Shaw. Obsesiones.


Dejando de lado su famosa campaña de reforma ortográfica de la lengua inglesa, George Bernard Shaw fue un obstinado detractor del apóstrofo que en inglés indica contracción. Un ejemplo de su desaforada monomanía simplificadora es una carta que escribió al director de “The Times” en 1945. El contexto es terrible. Los norteamericanos acababan de lanzar las primeras bombas atómicas sobre Japón y GBS escribió para denunciar que sobraba la segunda “b” de la palabra “bomb”. La argumentación es muy elocuente. GBS asegura que la reforma de la ortografía tradicional ahorraría muchas horas de labor:

“Puedo caligrafiar la palabra bomb de manera más o menos legible 18 veces al minuto, mientras que puedo escribir bom 24 veces, ahorrándome un 25 por ciento cada minuto al prescindir de la b superflua. En la Commonwealth Británica, en la que el sol nunca se pone, y en los Estados Unidos de Norteamérica, hay siempre millones de personas constantemente escribiendo, escribiendo, escribiendo… “

GBS llega a hacer cálculos en función de estos parámetros y los millones de anglófonos del mundo. Es un ejemplo patológico de la obsesión lingüística.

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