martes, 17 de marzo de 2009

Ricardo Reis, Álvaro de Campos y Alberto Caeiro tal vez sean las tres presencias más fuertes en esa "confederación de almas" que es Fernando Pessoa, poeta portugués, autor y anfitrión de esa palabra tan conocida ya: Heterónimo. Fue José Saramago, quien en El año de la muerte de Ricardo Reis, supo como pocos aprovechar esa fascinación de Pessoa de ser uno y "plural como el universo". La traducción, notable, de Basilio Losada:

Fernando Pessoa se levantó del sofá, paseó un poco por la salita, en el dormitorio se detuvo ante el espejo, No se ve, No, no me veo, sé que estoy mirándome, pero no me veo, No obstante, tiene sombra, Es lo único que tengo. Volvió a sentarse, cruzó las piernas, Y ahora, se va a quedar para siempre en Portugal o vuelve a casa, No lo sé aún, sólo traje lo indispensable, es posible que me decida a quedarme y abra un consultorio, a ver si me hago una clientela, también puede ocurrir que vuelva a Río, no sé, por lo pronto estoy aquí, y, en definitiva, creo que vine por su muerte, es como si, muerto usted, sólo yo pudiera llenar el espacio que ocupaba, Ningún vivo puede sustituir a un muerto, Ninguno de nosotros está verdaderamente vivo ni verdaderamente muerto, Bien dicho, con eso podría hacer usted una de sus odas. Sonrieron ambos. Ricardo Reis preguntó, Dígame, cómo supo que yo estaba alojado en este hotel, Cuando uno está muerto lo sabe todo, es una de nuestras ventajas, respondió Fernando Pessoa, Y entrar, cómo pudo entrar en mi cuarto, Como entraría cualquier otra persona, No vino por los aires, no atravesó las paredes, Qué idea tan absurda, querido amigo, eso sólo ocurre en los libros de fantasmas, los muertos se sirven de los caminos de los vivos, además no hay otros, vine por ahí fuera, desde Prazares, como cualquier mortal subí la escalera, abrí la puerta, me senté en este sofá, a esperar, Y nadie reparó en la entrada de un desconocido, porque usted aquí es un desconocido, Ésa es otra ventaja de estar muerto, nadie nos ve cuando no queremos que nos vean, Pero yo lo estoy viendo, Porque yo quiero que me vea (...)

José Saramago: El año de la muerte de Ricardo Reis, Alfaguara 1998.

No hay comentarios: