In omaggio, viejo bonachón:
En esta oscuridad
con las manos
heladas
reconozco
mi cara
me veo
abandonado en el infinito.
NO GRITÉIS MÁS
Dejad de matar a los muertos,
no gritéis más, no gritéis,
si les queréis todavía oír
si esperáis no perecer.
Tienen un susurro imperceptible,
no hacen más rumor
que el crecer de la hierba,
alegre donde no pasa el hombre.
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