miércoles, 19 de agosto de 2009
Los caballos de Aquiles
Cuando a Patroclo vieron muerto,
tan joven, fuerte y audaz,
los caballos de Aquilles se entregaron al llanto;
y su inmortal naturaleza alzóse
contra la obra oscura de la muerte.
Las hermosas cabezas sacudieron sus largas crines
y piafaron la tierra, y lloraron
por Patroclo ya exánime —sin vida—
cuerpo caído —huída el alma—
sin aliento —indefenso—
vuelto de la vida al gran seno de la Nada.
Vio Zeus las lágrimas de los inmortales
caballos y afligióse. "El día de la boda de Peleo",
dijo, "fui irreflexivo;
¡mejor no haberos dado nunca
a lo aciago! Por qué entregaros
a míseros humanos sujetos al destino.
Vosotros, a quienes la muerte y la vejez no aguardan,
lo efímero os aflige. Y el hombre os ha
mezclado en su desgracia". Sin embargo ante la dura
imagen de la muerte perpetua
los nobles animales se entregaron al llanto.
Constantinos Cavafis, Konstantino Kavafis. Poesías completas. Hiperión, traducción: José María Alvárez.
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