domingo, 13 de julio de 2008

Los ciegos

¡Alma mía, contémplalos! ¡Son en verdad espantosos!
A maniquíes iguales, vagamente ridículos;
Semejan a sonámbulos distintos y terribles
Lanzando a alguna parte sus globos tenebrosos.

Sus dos ojos, de donde huyó la chispa mágica,
Cual si la lejanía contemplaran, se elevan
Al cielo; nunca vemos que inclinen la a tierra
Con aire soñador sus sólidas cabezas.

Atraviesan así lo oscuro ilimitado,
Ese hermano gemelo del silencio. ¡Oh ciudad!
Mientras que en torno nuestro vives vociferante,

Ávida de placer hasta la atrocidad,
¡Mira! ¡También me arrastro! Y aún más embrutecido
Me pregunto: ¿qué buscan los ciegos por el cielo?

Charles Baudelaire. "Las flores del mal". Trad. Antonio Martínez Sarrión.

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