miércoles, 9 de abril de 2008
"Aún veía la forma en que él vino a ella en el rayo de la luna, con la calma de sus ojos, la sencillez inexplicable de sus gestos como remojados en la flotante pureza original, y cómo él la lavó, la besó, la vistió, la sostuvo con sus dos brazos pasados por su cintura, y cómo ella se sintió entonces más deliciosamente rodeada que por una legión de ángeles del cielo, cómo experimentó algo más inundante y más suave que lo que podría ser la conciencia en el sueño; remitida por siempre en él a una pura y delirante confianza, al absoluto abandono de ella misma encima de un abismo donde nunca podrían sepultarla otra cosa que sus brazos."
Julien Gracq, 1910-2007.
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