lunes, 22 de junio de 2009



Las ratas también abandonan el barco que va a naufragar -dije, encogiéndome de hombros-. Eso solo demuestra que el hombre no tiene olfato para las catástrofes. 

Julien Gracq: El mar de las Sirtes. DeBolsillo, 2005. Trad. José Escué.

miércoles, 17 de junio de 2009

LdD

Fernando Pessoa es, y su deseo se ha realizado, una literatura. El "drama en gente" (una obra que no se divida en actos sino en personajes, los conocidos heterónimos, principalmente Caeiro, Reis, de Campos, Soares...), ante todo advierte una variedad de voces -la misma- concebida como un afán de despersonalización. Esto quiere decir, al menos así lo entiendo, un deseo por desaparecer, por ser "uno con el universo" y su sensación.
En este blog nunca se ha hablado del Libro del desasosiego: un libro que se comenzó a escribir en 1913 (1912?) y apenas fue publicado, como algo completo, en 1982. Pessoa murió en 1935, sin reconocimiento alguno, con un montón de papeles guardados en un baúl -con aproximadamente 27500 escritos inéditos-; muchos de ellos tenían escrito "LdelD" o marcas similares que conformaron lo que hoy conocemos como el Libro del desasosiego. Libro que Pessoa mal otorga a Bernardo Soares, ya que no podría decirse, según Ángel Crespo, que Soares sea un heterónimo sino algo no diferente a un pseudónimo tradicional. Por esto, no es un error ni una tautología afirmar que el autor del Libro es Fernando Pessoa escondido desde Bernardo Soares:

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Cualquier cambio de las horas habituales trae siempre al espíritu una novedad fría, un placer levemente desconsolador. Quien tiene la costumbre de salir de la oficina a las seis, y por casualidad sale a las cinco, tiene desde luego una vacación mental y algo que parece una pena de no saber qué hacer de sí.

Ayer, porque tenía que resolver un asunto lejos, salí de la oficina a las cuatro, y a las cinco había terminado mi tarea distante. No suelo estar en la calle a esa hora, y por eso estaba en una ciudad diferente. El tono lento de la luz en las fachadas habituales era de una dulzura inútil, y los transeúntes de siempre pasaban junto a mí en la ciudad de al lado, marineros desembarcados de la escuadra de ayer noche.

Era todavía hora de que estuviese abierta la oficina. Me recogí en ella ante el asombro general de los empleados, de quienes ya me había despedido. De vuelta, ¿eh? Sí, de vuelta. Estaba allí libre de sentir, solo con los que me acompañaban sin que, espiritualmente, estuvieran allí para mí... Era, en cierto modo el hogar, es decir, el lugar en el que no se siente.


Fernando Pessoa: Libro del desasosiego. Seix Barral, 1986. Trad Ángel Crespo.

sábado, 13 de junio de 2009

Altruismo, dice el Coelho chino (japonés)

02/06/2008 Yakarta.(EFE).- Tung Desem Waringin, un famoso autor de libros de autoayuda en Indonesia lanzó cien millones de rupias (10.680 dólares) desde una avioneta mientras sobrevolaba una ciudad próxima a la capital para promocionar su última obra.

El suceso ocurrió ayer en Serang, al oeste de Yakarta, donde decenas de personas resultaron heridas leves y una niña de 13 años tuvo que ser hospitalizada tras desmayarse a consecuencia de las carreras y empujones que provocó la lluvia de billetes, informó hoy la prensa local.

Tung Desem Waringin, un polémico empresario de origen chino, aseguró a través de su página personal en Internet que prefería entregar de esta forma el dinero de la campaña a los más necesitados, en lugar de llevar a cabo una estrategia de márketing tradicional.

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jueves, 11 de junio de 2009

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Todas las opiniones que hay sobre la naturaleza
nunca han hecho crecer una hierba o nacer una flor.
Toda la sabiduría respecto de las cosas
nunca ha sido algo que se pudiese coger, como las cosas.
Si la ciencia quiere ser verdadera,
¿qué ciencia más verdadera que la de las cosas sin ciencia?
Cierro los ojos y la tierra dura sobre la que me echo
tiene una realidad tan real que hasta mi espalda la siente.
No necesito raciocinio donde tengo hombros.

[Fernando Pessoa:] Alberto Caerio, Poemas inconjuntos: Poesías Completas de Alberto Caeiro. Pretextos, 2000. Trad. Ángel Campos.

domingo, 7 de junio de 2009

Respuesta a Walser

En una entrada pasada, la más desvergonzada de este blog sin duda, mostré a Robert Walser congelado entre la nieve. En ese momento me preguntaba quién había tomado esas fotografías, las últimas de un viejo loco y sus huellas. Ahora, en Mecanismos internos, el nuevo libro de ensayos John Maxwell Coetzee, leo la casi obvia respuesta:

"El día de navidad de 1956, la policía de la ciudad de Herisau, al este de Suiza, recibió una llamada: unos niños se habían tropezado con el cuerpo de un hombre muerto por congelación en un campo nevado. Cuando llegó a la escena, la policía primero tomó fotografías, luego retiró el cuerpo [...] las fotografías mostraban a un anciano ataviado con un abrigo largo y botas, despatarrado sobre la nieve, los ojos totalmente abiertos, la mandíbula floja". 

En el ensayo, Coetzee habla de manera general sobre la obra de Walser, y especialmente sobre dos libros: Jakob von Gunten y El ladrón; sobre el «método lápiz» (Walser escribía a lápiz con una caligrafía minúscula: el manuscrito de El ladrón, una novela de aproximadamente 150 páginas, constaba de 24 hojas) y sobre la locura que lo llevó a no volver a publicar. Finalmente, Coetzee cierra el texto con un genial poema de Walser (Ahora me preguntó: adonde pertenece este fragmento. ¿Será que en unos meses, otra lectura inesperada me entregará la respuesta?)

No le deseo a nadie ser yo.
Sólo yo soy capaz de soportarme.
Saber tanto, haber visto tanto y 
no decir nada, absolutamente nada.