martes, 25 de noviembre de 2008

Había un exalcohólico que salía de noche a robar en la casa de los amigos. Conocía sus hábitos y conocía los dispositivos de seguridad. Forzaba las puertas o las ventanas o las ventanas y las puertas y entraba cuando sus amigos estaban ausentes. le gustaba recorrer las habitaciones familiares, hurgar en los muebles y en llos cajones secretos. Se llevaba todo el dinero. Guardaba los objetos robados en el sótano de su casa. Al día siguiente sus amigos lo llamaban para contarle que habían sido saqueados.
...

Había una mujer, en Trenton, que era descendiente de Federico Nietzsche. Entraba y salía de las clínicas psiquiátricas y hablaba con fluidez el alemán del siglo XIX. Aveces tenía que fingir no ser descendiente de Federico Nietzsche para vivir algunos meses en libertad condicional.

Ricardo Piglia: En otro país. En: Cuentos con dos rostros, UNAM, 1992.

domingo, 23 de noviembre de 2008

Poesía Japonesa

Si cantan los insectos,
solitaria la noche.
Si no, más todavía.
                             Otani Joseki 
De vuelta del trabajo,
tarde, en la noche,
voy llevando a mi niño,
quien, apenas, ha muerto.
                            Takuboku Ishikawa

Y, cuando toso,
resulta, nuevamente 
que sigo solo.
                             Ozaki Hoya

lunes, 17 de noviembre de 2008

La ciudad de Alejandría: fastuoso su nombre, sus tristes recuerdos bibliotecarios, sus ilustres hijos bastardos: Kavafis (Gre) y uno que hoy recordaré: Giuseppe Ungaretti (Ita).

In omaggio,
viejo bonachón:

OTRA NOCHE
Vallone, 20 de abril de 1917

En esta oscuridad
con las manos
heladas
reconozco
mi cara
me veo
abandonado en el infinito.

Versión de Hugo Gutiérrez Vega


NO GRITÉIS MÁS

Dejad de matar a los muertos,
no gritéis más, no gritéis,
si les queréis todavía oír
si esperáis no perecer.

Tienen un susurro imperceptible,
no hacen más rumor
que el crecer de la hierba,
alegre donde no pasa el hombre.

Versión de Jesús López Pacheco



domingo, 16 de noviembre de 2008

Último Brindis

Lo queramos o no

Sólo tenemos tres alternativas:
El ayer, el presente y el mañana.

Y ni siquiera tres
Porque como dice el filósofo
El ayer es ayer
Nos pertenece sólo en el recuerdo:
A la rosa que ya se deshojó
No se le puede sacar otro pétalo.

Las cartas por jugar
Son solamente dos:
El presente y el día de mañana.

Y ni siquiera dos
Porque es un hecho bien establecido
Que el presente no existe
Sino en la medida en que se hace pasado
Y ya pasó...,
                  como la juventud.

En resumidas cuentas
Sólo nos va quedando el mañana:
Yo levanto mi copa
Por ese día que no llega nunca

Pero que es lo único
De lo que realmente disponemos.

Nicanor Parra (1914) en Canciones Rusas.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Los Justos

Un hombre que cultiva su jardín, como quería Voltaire.
El que agradece que en la tierra haya música.
El que descubre con placer una etimología.
Dos empleados que en un café del Sur juegan un silencioso ajedrez.
El ceramista que premedita un color y una forma.
El tipógrafo que compone bien esta página, que tal vez no le agrada.
Una mujer y un hombre que leen los tercetos finales de cierto canto.
El que acaricia a un animal dormido.
El que justifica o quiere justificar un mal que le han hecho.
El que agradece que en la tierra haya Stevenson.
El que prefiere que los otros tengan razón.
Esas personas, que se ignoran, están salvando el mundo.

Jorge Luis Borges en: La cifra. Ed. Alianza. 

martes, 11 de noviembre de 2008

Trabajar cansa

Atravesar una calle para escapar de casa
puede hacerlo un muchacho, pero este hombre que anda
todo el día por las calles ya no es un muchacho y no escapa
de casa.
                              Hay tardes de verano 
en que hasta las plazas se vacían, tendidas 
bajo el sol declinante, y este hombre que llega 
a una alameda de inútiles hierbas, se detiene. 
¿Vale la pena estar solo, para estar siempre más solo? 
Caminar por caminar; las plazas y las calles 
están solas. Es preciso detener a una mujer, 
hablarle y persuadirla de vivir juntos. 
De no ser así, uno habla a solas. Es por esto que a veces 
el borracho nocturno comienza a farfullar 
y relata los proyectos de toda la vida.

No es verdad que esperando en la plaza desierta 
el encuentro se dé con alguno; pero quien va por las calles 
se detiene de vez en cuando. Si fueran dos, 
aun andando en las calles, la casa estaría 
donde aquella mujer y valdría la pena. 
En la noche, la plaza vuelve a quedarse vacía 
y este hombre, que pasa sin mirar las casas
entre inútiles luces, ya no levanta sus ojos: 
sólo mira el empedrado hecho por otros hombres 
de manos endurecidas, como las suyas. 
No es justo quedarse en la plaza desierta. 
Es seguro que existe esa mujer en la calle 
que, rogándoselo, quisiera consolar esa casa.

1933

Cesare Pavese, en 1936 publica su primer libro: Lavorare Stanca (Trabajar Cansa). Si algo lo caracterizó fue su continuo pesimismo, sus depresiones; en fin, su agotamiento ante el destino.
El modo especial de mi inspiración con la cual yo, el más feliz e infeliz, me dispongo a ir a dormir ahora a las dos de la madrugada (quizás, si soporto el pensamiento en ella, permanecerá, pues es superior a todas las anteriores), es que soy capaz de todo, no sólo ante un determinado trabajo. Cuando escribo al azar una frase cualquiera, por ejemplo "Miró por la ventana", ya es perfecta.

Franz Kafka.

domingo, 9 de noviembre de 2008

Dos de un grande.

La rana que quería ser una rana auténtica.
Había una vez una rana que quería ser una Rana auténtica, y todos los días se esforzaba en ello. Al principio se compró un espejo en el que se miraba largamente buscando su ansiada autenticidad. Unas veces parecía encontrarla y otras no, según el humor de ese día o de la hora, hasta que se cansó de esto y guardó el espejo en un baúl.Por fin pensó que la única forma de conocer su propio valor estaba en la opinión de la gente, y comenzó a peinarse y a vestirse y a desvestirse (cuando no le quedaba otro recurso) para saber si los demás la aprobaban y reconocían que era una Rana auténtica.Un día observó que lo que más admiraban de ella era su cuerpo, especialmente sus piernas, de manera que se dedicó a hacer sentadillas y a saltar para tener unas ancas cada vez mejores, y sentía que todos la aplaudían.Y así seguía haciendo esfuerzos hasta que, dispuesta a cualquier cosa para lograr que la consideraran una Rana auténtica, se dejaba arrancar las ancas, y los otros se las comían, y ella todavía alcanzaba a oír con amargura cuando decían que qué buena rana, que parecía pollo.
...
El paraíso imperfecto.

—Es cierto —dijo mecánicamente el hombre, sin quitar la vista de las llamas que ardían en la chimenea aquella noche de invierno—; en el Paraíso hay amigos, música, algunos libros; lo único malo de irse al Cielo es que allí el cielo no se ve.
Augusto Monterroso (1921-2003).